Conocer el pasado de la ciudad donde vivimos nos da la posibilidad de entender porqué es como es. El trazado de sus calles, el carácter de sus gentes, la economía, el entramado social, etc., son aspectos que les vienen a las ciudades, en muchos casos, de muy antiguo.
Tal es el caso de Córdoba, una ciudad que remonta su orígenes a un poblado turdetano allá por siglo X a.C., situado en la Colina de los Quemados, actual Parque Cruz Conde, que mantuvo relaciones comerciales con griegos y fenicios, que conoció el expolio cartaginés de sus riquezas metaliferas, que recibió a Roma en sus calles, llegando a convertirse en el bastión de la romanización de Hispania.
La geografía marcó a Córdoba como un lugar de interés económico y estratégico. Situada en el centro del valle del Guadalquivir, el Betis de los romanos, era un punto de conexión con la Meseta y puerto fluvial por el que llegaban mercancías y se exportaban metales, aceite y trigo.
Son muchos los lugares que conservan restos del pasado romano de Córdoba, algunos a la vista, como el Templo de la calle Claudio Marcelo, parte del teatro, que podemos ver en el Museo Arqueológico Provincial, los mausoleos de la Puerta de Gallegos y algunas tumbas en los jardines de la avenida Conde de Vallellano, el puente romano, restos del anfiteatro, en el actual Rectorado de la Universidad de Córdoba, restos de las murallas de época imperial en Ronda de los Tejares, etc., pero la mayoría están bajo tierra o integrados en la estructura de las edificaciones modernas. Sin lugar a dudas, Córdoba tiene un gran pasado romano que debería ponerse en valor para que sea conocido por las generaciones presentes y futuras.
Como parte de las actividades del Día Mundial de la Filosofía 2018, la asociación Nueva Acrópolis en Córdoba organizó una visita por la Córdoba romana. El punto de partida fue el grupo escultórico de Séneca y Nerón, realizado por Eduardo Barrón en 1904, que tiene una copia en los Llanos del Pretorio. La vista de la Sierra de Córdoba, el condicionante geográfico, y la presencia del cordobés más universal, Séneca, marcaba este inicio.
Los restos de murallas de época imperial situadas en el edificio de Cajasur, en Ronda de los Tejares, fue el siguiente paso, un buen ejemplo de integración de restos arqueológicos en construcciones modernas, que afortunadamente llegaron después de muchos expolios y trabajos nocturnos. El trazado de la muralla de época imperial, de unos 2650 metros, coincide prácticamente con el trazado de la muralla de época republicana salvo por la ampliación hacia el río en época de Augusto.
La siguiente etapa nos llevó hasta los mausoleos de la Puerta de Gallegos. La visión romana de la muerte, los séquitos, los lugares de enterramiento o la imagen que transmitían estos fastuosos mausoleos circulares a los viajeros que llegaban a Córdoba, centraron los comentarios de este interesante lugar.
En plaza de Las Tendillas hablamos sobre los foros que tuvo la Córdoba romana, el Colonial, el Provincial y el Adiectum, situado este último en la calle Morería y del que pueden verse sus restos integrados en el Colegio de Abogados.
No podíamos dejar atrás el Templo de la calle Claudio Marcelo, del que se conserva su cella y una reconstrucción del s. XX. Este templo, junto con el Foro Provincial y el circo, se extendían en un área monumental paralela al trazado de la Vía Augusta.
A mitad de la calle San Fernando se abre una pequeña calle con una escalera, que da acceso a un bello rincón, cercano a la plaza de Jerónimo Páez. Es la calle Junio Galión. Es el nombre del hermano mayor de Séneca, quien fue proconsul de Acaya en tiempos de Pablo de Tarso. Los Anneos dejaron su huella en Córdoba y en el mundo. Desde Séneca el Viejo, afamado retórico, Junio Galión, Mella o Lucano, de una forma u otra Córdoba siempre estará presente a través de su legado.
En la plaza de Jerónimo Páez estaba situado el antiguo teatro romano. Parte de la cavea la hemos podido ver en el Museo Arqueológico Provincial y la nueva ampliación del museo ha dejado a la vista una mayor parte del teatro. La escena estaba situada en la línea de la calle Antonio del Castillo.
Por último, la visita al puente romano era obligada. Aunque la construcción actual no conserva restos romanos, se sabe por las fuentes antiguas, como el libro Guerra civil de Julio Cesar, que los pompeyanos se aprestaron a defender el puente cuando retrocedieron hacia Córdoba tras ser derrotados en la batalla de Munda. Otro elemento importante de la Córdoba romana fue el puerto fluvial, del que tampoco nos quedan restos. Estuvo ubicado en los jardines del Alcazar y debió tener un gran tráfico comercial ya que el río era navegable hasta Hispalis.