La filosofía estoica nos deja huellas desde el s. IV a.C allá en la antigua Grecia, llegando a extenderse en el tiempo y conquistar la mentalidad y la forma de vida de los romanos. Influencias de otras corrientes de pensamiento se encuentran fusionadas en esta filosofía: socráticas, cínicas, aristotélicas, platónicas, pitagóricas. Grandes pensadores destacaron en la labor de ofrecer al ser humano alivio para su corazón, gastado de sueños pequeños y esperanzas cortas. El gran Zenón fundaría la Escuela estoica, siguiéndoles discípulos de la talla de Cleantes de Asos, Crisipos de Solos, Panecio de Rodas, Posidonio de Apamea, Séneca, Epícteto, y Marco Aurelio por citar algunos.
Buscar culpables
“Acusar a los demás de nuestras adversidades es propio de ignorantes; culparnos de ellas a nosotros mismos es señal de que empezamos a instruirnos; no acusarnos ni a nosotros ni a los demás he aquí lo propio de un hombre ya completamente instruido”, Epícteto.
Siempre tendemos a echar las culpas a los demás. Aceptar las cosas tal y como son, con objetividad y ganas de aprender a mejorar, de esta forma seremos menos ignorantes y más felices.
Cuando nos afecta lo de fuera
“Lo que perturba a los hombres no son precisamente las cosas, sino la opinión que de ellas se forman”, Epícteto.
¿Cuantas percepciones erróneas evitaríamos si tuviéramos en cuenta esto? ¿Cuánto sufrimiento innecesario?
Sobre el no tener tiempo
“No es que tengamos poco tiempo, sino que perdemos mucho…larga es la vida y más que suficiente para consumar las más grandes empresas si se hiciera de ella buen uso; pero cuando se desperdician en la disipación y en la negligencia; cuando a ninguna cosa buena se dedica, al empuje de la última hora inevitable sentimos que se nos ha ido aquella vida que no reparamos siquiera que anduviese. Y es así: no recibimos una vida corta, sino que nosotros la acortamos; ni somos de ella indigentes, sino manirrotos”, Séneca.
La temida hora nos llegará a todos. ¿Cuánto podríamos modificar y hacer si fuésemos más conscientes de ello? “Tempus Fugit”, atraparlo no se puede, pero vivirlo con plenitud y agradecimiento sí depende de nosotros.
Cuando observamos nuestras carencias
“Si no eres recto, endérate”, Marco Aurelio.
Nadie puede mejorar por nosotros. Nadie puede hacer nuestro camino. El rectificar hacia las cosas nobles solo depende de nuestra voluntad.
Cuando deseamos cosas
“No pienses en las cosas que te faltan como si ya las tuvieras, sino elige entre las que posees las que más te gusten, y al considerarlas, pregúntate lo que harías para procurártelas si no las tuvieses. Sin embargo, guárdate muy bien de acostumbrarte a ellas y de apreciarlas hasta el punto de atormentarte si un día te llegaran a faltar a causa del placer que te proporcionan”, Marco Aurelio.
Valorar lo que se tiene pero sin atarnos a ello, ahí se encuentra la clave.
Sobre la alegría de la superación
“Los días de fiesta deben ser para ti aquellos en que has vencido una tentación, o al menos dominado el orgullo, la temeridad, la malignidad, la maledicencia, la envidia, la obscenidad en el lenguaje, el lujo o cualquiera de los vicios que te tiranizan. Esto es lo que debe alegrarte y merecer tus desvelos…”Epícteto.
Nada reconforta más interiormente, cuando nos esforzamos en superar aquéllas sombras que entorpecen nuestro propio crecimiento.
Del miedo al miedo
“No hay que tener miedo de la pobreza, ni del destierro, ni de la cárcel, ni de la muerte. De lo que hay que tener miedo es del propio miedo”, Epícteto.
Vivimos inventando miedos para justificar nuestro miedo a vivir.
Sobre la aceptación
“No pidas nunca que sucedan las cosas como tú deseas, sino desea que sucedan como suceden, y prosperarás siempre”, Epícteto.
Aceptar con serenidad es de sabios.
Sobre la verdadera nobleza
“La nobleza del hombre procede de la virtud y no del nacimiento”, Epícteto.
La valía no depende del dinero que se posee, ni del cargo que se ocupa, ni de los estudios que se adquieran, sino de la excelencia interior.
Muchos son los tesoros que nos dejan los sabios estoicos para nuestro propio alimento. Ellos nos invitan, a que sigamos su rastro y nos atrevamos a descubrirlo, pero sobre todo a practicar una ética más feliz de vida, en la que vivamos con más alegría interior. Resumiéndolo en aquélla frase de Séneca: “IGUALA CON LA VIDA EL PENSAMIENTO” .
Gloria Godoy