Si algo tiene la navidad de este año es que sin duda, esta será una navidad diferente a todas las que hemos vivido.
Quizás sería bueno hacer una pequeña reflexión sobre lo que para cada uno de nosotros significa la navidad.
Puede ser que navidad signifique para unos preparar una comida especial y juntarnos toda la familia alrededor de la mesa, no obstante, si la navidad fuera sólo eso, entonces quedaría reducida a un aspecto muy superficial de la navidad.
Quizás represente para otros comprar regalos y juguetes para los más pequeños, o disfrutar de dar y recibir obsequios; sin embargo, si la navidad es sólo eso, entonces no es Navidad.
Acaso para alguien sean unos días de vacaciones, cambiar el ritmo, hacer un pequeño viaje, un cambio de aires, pero si la navidad es sólo eso, entonces no es la verdadera navidad.
El solsticio de invierno es una celebración ancestral, pues desde antaño los griegos y los romanos celebraban las Saturnales. Estas fiestas duraban doce días y terminaban el 25 de diciembre, día del sol invicto, que representa el nacimiento de la luz. La tierra en su giro alrededor del sol, comienza a desplazarse de forma que el día tendrá más horas de claridad y la noche será más corta.
Los celtas vivían regidos por la naturaleza. Para ellos el año tenía trece meses y cada mes estaba dedicado a un árbol. En el solsticio de verano, era quemado en ritual de sacrificio el roble más viejo del lugar; en invierno era el acebo, siendo este un árbol sagrado entre los druidas, quizás por su cualidad de alejar a los duendes maliciosos, y limpiar los bajos sentimientos que alteran la armonía entre los miembros de la comunidad. Es por ello que en los países anglosajones, aún se conserva la tradición de colocar ramas de acebo en las chimeneas y en las puertas de los hogares, para que Santa Claus encuentre limpio de malos espíritus el camino de acceso al hogar, y pueda dejar allí su bendición.
En los países germanos entorno al solsticio de invierno, se celebraba la fiesta de Yule, la cual suponía la victoria de la vida sobre la muerte. En ella se pedía protección a los dioses, y se les invocaba para que la tierra fuera fértil en la siguiente cosecha. El árbol Yggdrasil o árbol del mundo, era engalanado con cintas y adornos, pues se creía que en él estaban representados los siete reinos de la mitología nórdica, siendo Midgard el reino en el que habitan los hombres.
En Alemania y los países nórdicos del siglo VII, San Bonifacio introdujo la costumbre de adornar árboles de hoja perenne como el pino y el abeto, que representan el constante amor de Dios hacia los hombres, decorándose con manzanas y velas como símbolo de luz.
En el siglo IV d.C. los cristianos eligieron esta fecha para celebrar la navidad, ya que en realidad no existen datos históricos que nos permitan fechar el nacimiento de Jesús. Si Él es la luz que viene al mundo para iluminar los corazones y llenarlos de paz y amor, qué mejor fecha en el año que el solsticio de invierno para recordarlo.
Varios hechos acompañaron la venida al mundo del Salvador
El Rey Herodes, aferrado a su poder, temía que el niño pudiera enfrentarse a él en el futuro, y restarle posesiones o autoridad.
Los pastores, los más humildes entre los pobres, ven aparecer un ángel que les trae una gran noticia: “Hoy os ha nacido en la ciudad de David un salvador, que es Cristo Señor” (Lc 2,11). Los pastores acudirán a ver al niño, encontrándolo como les indicó el ángel, en un pesebre junto a sus padres, y envuelto en pañales.
Los Magos buscan a Jesús desde sus conocimientos, con sinceridad, y recorriendo un largo camino hasta encontrarlo: “¿Dónde está el rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto su estrella en Oriente y venimos a adorarlo”. ( Mt, 2, 2)
Estas tres formas de recibir la luz que nace en navidad, pueden ser una guía en su celebración. Está claro que desde muy antiguo, el hombreha considerado estos días de forma especial, alterando su ritmo de vida y costumbres, porque algo nuevo y maravilloso se hace presente. Podemos abrir el corazón desde la sencillez como lo hicieron los pastores, o seguir la luz de una estrella, aunque suponga un gran esfuerzo como hicieron los magos. O quizá, tal como Herodes, no entender que el amor nada tiene que ver con las posesiones materiales, porque está relacionado con sentimientos de alegría, paz y generosidad, que no se pueden comprar ni con todo el oro del mundo.
Cada año, el ciclo de la vida se repite: el Sol vencerá a las tinieblas, la vida vencerá a la muerte, el salvador volverá a recordarnos que sólo el Amor puede cambiar el corazón del ser humano.
Hemos tenido un año especial para comprender qué debe ser lo más importante en nuestras vidas. Espero que el sol, cuando disuelva la oscuridad en la noche más larga, llegue a todos los que, con un corazón sencillo o tras el resultado de un gran esfuerzo, sean liberados de viejas ataduras dispuestos a ser bendecidos. Que el Amor inunde vuestras vidas, y os dé la fuerza para alcanzar la alegría y la paz cada día del año que comienza.
Jesús nace por amor a la humanidad para traer un mensaje de fraternidad, sencillez, justicia, y dignidad. Él a lo largo de todo el evangelio, nos trasmite cómo el Amor lo puede cambiar todo, cómo el corazón del hombre puede alcanzar la felicidad acompañando a otro ser humano en sus necesidades. Jesús da dignidad a todo hombre, no por ser romano o por pertenecer a un pueblo especial; la dignidad se merece por el hecho de ser humano.
Si buscamos sentido a nuestra navidad, cada uno la suya, comprenderemos que esta palabra nos seduce el corazón y nos acerca a todos aquellos que forman parte de nuestra vida sólo porque están ahí. Nunca como este año sentí alegría tan sólo por encontrarme a un vecino en las escaleras cuando iba o venía del supermercado, cuando coincidía con alguien al tirar la basura mientras paseaba a su perro, o bien cuando al principio de verano pude estar cerca de algunos amigos a los que sólo había podido ver por Skype. Nunca sentí tan lejos a mis seres queridos como este año, y los sentí en peligro. Nunca como ahora sentí que había personas importantes detrás de las ventanas que encendían sus luces al atardecer.
Está navidad lo importante no será la comida, sino poder compartir la mesa. Lo importante no serán los regalos, porque el mejor regalo será estar cerca de los que quiero. No será lo importante cambiar el ritmo, porque el único ritmo que seguiré será el de un corazón que late por amor.
La navidad es una oportunidad para encontrarnos con lo más maravilloso de nosotros y de los demás, sin caretas, sin falsa alegría, sin música estridente, sin comidas interminables. Navidad es para estar alegres por ser quienes somos, y porque los demás son quienes son, y todos, absolutamente todos, tenemos un lugar en el corazón de ese Dios infinito, al que a veces nos dirigimos con diferentes nombres y en diferentes idiomas.
¡Os deseo una Feliz Navidad! Que el Amor brote en vuestros corazones como un caudaloso río, y a vuestro paso todo se vuelva vivo y fértil. Que la luz os envuelva y os eleve, y podáis sentir la magia de ser quien verdaderamente sois, seres de Luz embriagados de Amor.
¡Feliz Navidad 2020!
Pilar Martín Lorente